Esta historia nace por amor al arte, en el mejor sentido. Y porque, como dicen los cinéfilos, a veces el cine puede ser más bello que la vida. Esto sucedió el 19 de Octubre del 2007
Se reabrió el Cine Teatro Italiano, cerrado desde hace 25 años, con 220 butacas contra las casi 700 que tenía en 1930. El gobierno municipal puso en valor el edificio de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos -que aloja al cine- construido en los albores del siglo XX.
Esta pequeña comunidad que no alcanza los 20.000 habitantes vivió conmovida su propio Cinema Paradiso , la inolvidable película de Giuseppe Tornatore, pero con final feliz. El acontecimiento cultural concentró la atención de los lugareños, que deliraron cuando entró al cine el cineasta y cantautor Leonardo Favio, muy emocionado. La sala lleva su nombre en la marquesina, no en el bronce, para darle gusto al realizador de El romance del Aniceto y la Francisca .
Desmejorado de salud pero entusiasmado, Favio provocó un aplauso sostenido cuando dijo: "Si ustedes sintieran lo que yo siento en mi corazón, entenderían mi tartamudez. Este es un momento histórico en el que estamos abiertos a la esperanza". Lo dijo por el cine y por el país. Y, en medio del clima festivo, tuvo palabras de recuerdo para los familiares de los tres policías fusilados en La Plata anteayer: "Esto nos ha conmovido a todos los argentinos. Pero no debe confundirnos ni atemorizarnos".
Las canciones de Favio musicalizaron los instantes previos al acto: "Pantalón cortito, bolsita de mis recuerdos, pantalón cortito con un solo tirador..." se oía por los parlantes. Sorprendió al público el genial cineasta al admitir un creciente sentimiento religioso. Y anunció que está terminando la segunda parte de El romance del Aniceto y la Francisca .
Las butacas, el proyector y el sonido fueron donados por el empresario Osvaldo Bacca, que trasiega el país con un fin específico: la apertura de salas de cine. La productora Vanessa Ragone (cuya película M acaba de ser premiada en el exterior) donó el alfombrado azul, a tono con el color de la sala, y la Sociedad Italiana asumió el reto de la reapertura con una inversión de US$ 70.000